Emigra o degenera (I): Bienvenidos a Suecia

A finales del pasado año, un camarero andaluz era sacado por la policía sueca a las diez de la mañana del piso que habitaba en el norte del país. Forzaron la puerta y accedieron a su domicilio sin orden judicial. Poco después, lo trasladaron a comisaría y lo retuvieron durante horas sin más indicios de criminalidad que su condición de español y de extranjero. No se trata de un caso aislado. Las fuerzas de seguridad suecas están llevando a cabo una auténtica caza al hombre con el apoyo implícito de las instituciones del Estado. Los emigrantes económicos no son bienvenidos en esta nación escandinava, pese a la propaganda falaz con la que su Gobierno intenta preservar la imagen de un país hospitalario y tolerante y negar los hechos testarudos que desmienten el milagro sueco.

Extranjeros saqueadores
Lo cierto es que mientras Suecia acapara titulares en el mundo por su supuesto humanitarismo y su buena disposición a aceptar cupos de refugiados, implementa políticas migratorias disuasorias e intimidatorias que impiden sobrevivir de facto a los recién llegados y animan tácitamente a no viajar al país a quienes planeaban hacerlo. Los emigrantes y sus hijos son a menudo retratados socialmente como saqueadores de su cada vez más frágil Estado del Bienestar.

Suecia tiene un índice de paro juvenil cercano al 25 por ciento y el ratio de crecimiento de las desigualdades sociales más alto de la OCDE; una de las tasas más altas de violencia doméstica, divorcios y consumo de antidepresivos. Paralelamente, un partido de filiación nazi se ha convertido en la tercera fuerza parlamentaria y la formación conservadora que está al frente de su Gobierno se está apropiando de su discurso y, al igual que Cameron, el Estado belga o algunas ciudades holandesas, ha perfilado una política migratoria contraria a los principios de la Unión.

Durante los últimos años, se ha desencadenado en Suecia una verdadera persecución del extranjero basada en el "racial profiling". Es decir, en la identificación sistemática de personas de aspecto no escandinavo con el fin de detectar a "sin papeles" y “criminales”. Recientemente, se ha sabido que la policía sueca había elaborado bases de datos de sospechosos donde había consignado los nombres de niños gitanos de origen rumano.

Los modelos fallidos de integración han dado lugar a violentas revueltas en los barrios de la periferia de Malmoe y Estocolmo donde los emigrantes viven segregados. Los enfrentamientos entre nazis y activistas antifascistas se reproducen casi semanalmente. Recientemente, se celebró la manifestación nazi más multitudinaria desde 1945, un hecho preocupante en un país donde los social-demócratas patrocinaban políticas de esterilización de los discapacitados y “sociópatas” hasta hace poco más de tres décadas y donde a punto estuvo de exterminarse a la minoría sami, hoy en lucha contra las compañías mineras que explotan sus territorios.

En la idealizada Suecia, se criminaliza a menudo la pobreza y la inmigración tras una cortina de humo de humanitarismo cosmético alimentada en parte por los medios anglosajones, el chovinismo de los propios suecos y las estadísticas sesgadas. Las encuestas no reflejan la realidad social, sino la visión autocomplaciente que los suecos tienen de sí mismos.

Acoso a los periodistas
Incluso el propio equipo de reporteros independientes que investigó la historia (The Ragged Army) ha sido sometido a un acoso sistemático por las fuerzas de seguridad de este país. Los periodistas han sufrido el mismo trato que muchos españoles y extranjeros padecen a diario con el silencio cómplice de parte de la sociedad sueca, demasiado ocupada en culpar al extranjero de sus males domésticos y del inequívoco hundimiento de su famoso "estado del bienestar".

Ninguna de las denuncias presentadas por THE RAGGED ARMY contra los agentes ha prosperado hasta la fecha. Lo que sí ha prosperado es la voluntad de los reporteros que trabajan en el documental de dar cuenta del dolor de los pueblos que se han visto obligados a dejar sus países a causa de la recesión. Y entre otros, el español.

El asunto es preocupante porque no son cerca de 200.000, sino más de un millón (casi dos, según algunas fuentes), el número de españoles que han abandonado el país como consecuencia de la crisis. Las cifras que el Gobierno acostumbra a difundir se basan en el número de inscripciones a los consulados, y resulta evidente que el grueso de los desplazados opta por no dejar constancia de que ha emigrado, para no renunciar a derechos existentes sin adquirir nuevas ventajas (véase la pérdida de la tarjeta sanitaria).

Y la información acerca del apocalipsis que ha desencadenado la recesión que alcanza el norte de Europa no es mucho mejor que la que los españoles tienen acerca de sus países de acogida. Es cierto que eventualmente les llega alguna cróinica, casi siempre fragmentaria, acerca de desahucios, suicidios, pobreza, precariedad, autoritarismo, leyes antiaborto y corrupción, pero casi siempre fuera de contexto, sin entrar en las causas que han desatado el “desastre mediterráneo”. Les llegan los ecos de todo ese sufrimiento como el rumor lejano de un tsunami humanitario.

Y lo que es todavía peor. Todo indica claramente que las sociedades europeas están respondiendo tribalmente a los problemas globales que han desencadenado los “austericidios”. Mientras el sur se desplaza hacia arriba, el norte (también afectado por la crisis, aunque a diferente escala) se defiende con políticas migratorias inspiradas por el discurso propio de la extrema derecha.

Metástasis fascista
El asunto es, cuando menos, preocupante. Júzguese, si no, la evolución política reciente de las sociedades de nuestro entorno geográfico: el Frente Nacional, principal ariete de la extrema derecha Europea, encabeza la lista de partidos franceses por intención de voto en las encuestas para las elecciones de mayo. El Partido Popular Danés, Verdaderos Finlandeses y Demócratas de Suecia se han convertido en la tercera fuerza más votada de sus países respectivos. Los sondeos sugieren que el Partido por la Libertad y el Bloque Flamenco van camino de recuperar espacio electoral en Holanda y Bélgica. Amanecer Dorado ocupa un relevante espacio político en Grecia, mientras el Partido de la Libertad (FPÖ,) superó el 20 por ciento de los votos en la última cita electoral de los austriacos. En Italia, se mantiene viva la Liga Norte y en España, se han sacado adelante leyes y anteproyectos de ley de orientación claramente autoritaria y represiva.

Ferran B. (The Ragged Army). 26 de marzo de 2014
(ferranb@theraggedarmy.com / nuria@theraggedarmy.com)